Ejemplo: un refresco. Los catadores reciben dos muestras. Una de ellas contiene un edulcorante diferente o una receta ligeramente distinta. Los sujetos de la prueba deben indicar ahora si reconocen una diferencia: ¿Las muestras coinciden (in) o hay una diferencia perceptible (out)?
Es importante tener en cuenta, por ejemplo, que toda la lengua está cubierta por el producto de prueba. "No catamos sólo con la lengua, sino también con el paladar y la garganta", explica Sippel. En su seminario de formación, los participantes reciben diez vasos de agua diferentes para entrenarse. Dulce, ácido, salado, amargo y umami (salado y picante) son los cinco sabores básicos. La pregunta: ¿a qué agua sabe qué? Durante la cata práctica, los catadores legos llegan a conclusiones muy diferentes. No es de extrañar, dice Sippel: "Cuanto más salada suele ser la comida de una persona, menos sensible es y, en general, reconoce peor la sal", y lo mismo ocurre con el azúcar.