¿Quién no lo ha hecho alguna vez? ¿Hurgado en la cesta de manzanas del supermercado en busca de la manzana más fresca o metido la cabeza hasta el fondo en el congelador para encontrar la pizza más longeva? Cuando se trata de alimentos, la "frescura" es la máxima prioridad para los consumidores preocupados por la calidad. Los alimentos que no parecen suficientemente frescos o cuya fecha de caducidad (BBD) (casi) se ha alcanzado son algo que nos complace ignorar.
Sin embargo, este comportamiento del consumidor y, sobre todo, la errónea equiparación de la fecha de consumo preferente con la comestibilidad -en realidad es sólo el límite hasta el que los fabricantes garantizan la calidad del producto en condiciones óptimas de conservación- hacen que muchos alimentos acaben en la basura cada año. Según el Gobierno alemán, se trata de unos once millones de toneladas. Gran parte de esto podría evitarse si existiera información válida sobre la vida útil real del producto y la fecha en que puede consumirse con seguridad. Sin embargo, esto genera residuos innecesarios y, con ellos, costes adicionales, así como un consumo innecesario de energía y agua y emisiones de gases de efecto invernadero.
Envases contra el despilfarro
Para cambiar esta situación, el Ministerio Federal de Alimentación y Agricultura apoya la investigación de soluciones de "envasado inteligente". En octubre de 2018 se puso en marcha un proyecto de cooperación entre las universidades de Bonn y Bayreuth, las universidades de ciencias aplicadas de Brühl y Münster y los especialistas en alimentación Wolf Wurstspezialitäten, Genusshandwerker y METRO AG, con una financiación de 1,8 millones de euros.
El plan es desarrollar un sistema de envasado inteligente (Intelli-Pack) para 2021, que mostrará la vida útil restante de un producto en cada punto de la cadena de suministro en función de la información de temperatura. "La vida útil y la calidad de los productos sensibles a la temperatura están muy influidas por las fluctuaciones de temperatura que pueden producirse después de la producción, por lo que garantizar la temperatura adecuada en todas las fases de la cadena de suministro es un factor muy crítico", afirma Nikolaos Bessas, responsable de Garantía de Calidad de la Cadena de Suministro Global de METRO AG. Por ejemplo, los alimentos pueden estropearse antes de la fecha de consumo preferente si se han almacenado demasiado calientes.
Estación de medición invisible
"Las soluciones de envasado inteligentes pueden medir estas desviaciones. Utilizan indicadores de frescura, que corresponden a los cambios metabólicos durante el deterioro de los alimentos, o indicadores de tiempo-temperatura, que reconocen el "estrés térmico" causado por las fluctuaciones de temperatura a lo largo del tiempo. Los indicadores de tiempo-temperatura pueden ser etiquetas de color y cambiar de color en función de la combinación tiempo-temperatura.
Estas etiquetas pueden cambiar de color, del azul oscuro al azul claro o a la ausencia de color, por ejemplo, para indicar el estado de seguridad alimentaria de los productos a los intermediarios o al cliente/consumidor final. Bessas resume: "Una solución así optimizará aún más los procesos logísticos y mejorará la calidad y seguridad de los alimentos gracias a una gestión más eficaz y una mejor visibilidad de la cadena de frío."