La vendimia comienza al amanecer, cuando las vides aún están cubiertas de niebla. Es el inicio del proceso de vinificación, un proceso de varias fases en el que las uvas se convierten en vino.
Prensado del vino: la uva se convierte en mosto
Una vez vendimiadas las uvas, los vendimiadores las transportan desde el viñedo hasta la bodega en pequeñas cajas o cubas con un tractor o un camión. En pendientes pronunciadas o, a veces, incluso a pie en el caso de vendimias manuales de gran calidad, con la mayor rapidez y delicadeza posibles. Porque cada hora cuenta: Cuanto más tiempo pasen las uvas, más probabilidades hay de que pierdan zumo, se oxiden o empiecen a fermentar espontáneamente. Las uvas de vino blanco son especialmente sensibles: para evitar fermentaciones espontáneas, los maestros bodegueros suelen procesar las uvas el mismo día.
A continuación comienza el prensado en la bodega, el primer paso del proceso de vinificación. Esto incluye no sólo el prensado, sino también el despalillado: En el pasado, los ayudantes retiraban los raspones y las hojas a mano, pero en la actualidad lo hacen máquinas especializadas, supervisadas por el jefe de bodega y su equipo. A continuación se procede al estrujado: Dos rodillos presionan suavemente las bayas para que el zumo pueda salir sin dañar las semillas. Este proceso también está mecanizado. El resultado es el llamado mosto: la pulpa, el zumo, la piel y las semillas que forman la base del vino.