"Nuestros langostinos pueden comerse crudos. Si se fríen, conservan su forma y tamaño. Son un producto natural, con sabor propio, porque no están llenos de productos químicos", se enorgullece Flock. Los animales se matan sumergiéndolos rápidamente en agua helada. "Este choque frío de 28 a menos de 0 °C es el método más suave y la cadena de frío queda garantizada de inmediato", afirma Flock. Al igual que ocurre con el ganado vacuno o porcino, en los langostinos también se nota el estrés. Los langostinos alpinos se tratan con suavidad. Flock y Schreiner también prestan atención a la alimentación; la soja, por ejemplo, es tabú.
Alpenaquafarm Tirol GmbH, de Flock y Schreiner, produce ahora alrededor de una tonelada al mes. Los fundadores no creen en crecer demasiado deprisa, tanto en lo que respecta a sus gambas como a su negocio. "No queríamos invertir millones al principio sin conocer el producto", dice Flock. "Los langostinos alpinos se venden en su propia tienda online, en tiendas delicatessen seleccionadas, directamente en el sector de la restauración y a través de METRO Austria. "Lukas, del mercado de Ron, y Christian, de Compras, se pusieron en contacto con nosotros y nos propusieron una colaboración". Los langostinos alpinos de Hall ya se pueden encontrar en 5 tiendas mayoristas austriacas de METRO. "Quizá haya más, pero lo estamos haciendo muy despacio".
Producción descentralizada cerca del consumidor
Instalaciones energéticamente eficientes, animales sanos, sin antibióticos, protección de los océanos... la historia del langostino de los Alpes suena a cuento de hadas de la sostenibilidad. Pero, ¿puede llegar a ser realmente sostenible un producto que, a todas luces, no pertenece a los Alpes? Si nos fijamos en una tienda", dice Daniel Flock, "encontraremos muchos productos que ahora consideramos locales, pero que en algún momento no lo fueron". El progreso tecnológico nos abre perspectivas completamente nuevas a la hora de hacer autóctono un alimento que originalmente procede de otro lugar -como las gambas-. Sobre todo, sin sobrepesca y sin antibióticos ni condiciones de vida inhumanas e indignas" Flock cree que en el futuro se podrán producir cada vez más alimentos de esta manera: descentralizados, cerca del consumidor. Sus gambas alpinas demuestran que esto ya es posible hoy.